Es en este nuevo contexto donde la creatividad y la innovación toman una nueva forma y se convierten en bases fundamentales del cambio y de la competitividad de las empresas. En un mundo donde todo tiende a imitarse rápidamente, los creativos, generadores de innovación en materia de procesos, productos y servicios, serán los que saquen ventajas. Así, la suma de ventajas acumulativas es la nueva consigna en materia estratégica.
En la actual economía del conocimiento la creatividad es más importante que nunca. Pero muchas empresas inconscientemente utilizan prácticas de gestión que la matan, aplastando la motivación intrínseca de sus empleados, es decir el fuerte deseo interno de hacer algo basado en intereses y pasiones.
Los directores no matan la creatividad a propósito. Pero en su búsqueda de la productividad, eficiencia y control acaban minando la creatividad, la cual es el sustento de aquellas en el mediano y largo plazo. Los imperativos empresarios pueden, tienen y deben coexistir con la creatividad, para lo cual los directores tendrán que cambiar radicalmente su manera de pensar.
Ahora bien, ha llegado el momento de preguntarse acerca de ¿qué es la creatividad empresarial?. Generalmente se asocia la creatividad con las artes y a pensar en ella como la expresión de ideas originales en grado sumo. Pero, en las empresas, la originalidad no es suficiente. Para ser creativa, una idea también debe ser apropiada, útil y viable. De alguna forma debe influir en la forma de hacer negocios, por ejemplo, mejorando un producto o abriendo una nueva vía para abordar un proceso, e inclusive generando nuevas maneras de pensar estratégicamente.
El pensamiento creativo se refiere a cómo las personas enfocan los problemas y sus soluciones, su capacidad para reunir las ideas existentes formando nuevas y especiales combinaciones. La capacidad en sí depende en gran medida de la personalidad así como de la manera de pensar y de trabajar de la persona. Su creatividad se verá incrementada si combina en su razonamiento conocimientos de campos aparentemente dispares.
La pericia y el pensamiento creativo son materias primas de cada individuo; sus propios recursos naturales, pero hay un tercer factor que determina lo que hace realmente la gente, y ese factor es la motivación.
La innovación suele definirse como una idea o grupo de ideas, transformadas en algún producto o proceso, vendido o usado. Otra definición más rigurosa dice que la innovación es el proceso que va desde un conocimiento hasta un producto en el mercado.
Una innovación sólo se concreta cuando llega al mercado un producto o servicio. Si nadie paga algo, no hay innovación. La innovación puede manifestarse en el diseño de un nuevo producto, en un nuevo proceso productivo, en un nuevo enfoque de marketing, en un nuevo modo de llevar a cabo la formación y capacitación de personal.El gran objetivo es generar innovaciones que logren crear ventajas competitivas, para lo cual es menester percibir aquellas oportunidades de mercado totalmente nuevas, o bien servir a un sector de mercado del que otras organizaciones han hecho caso omiso. Cuando los competidores responden con lentitud, tal innovación proporciona una ventaja competitiva. Una innovación debe aspirar al liderazgo desde el principio, de lo contrario es poco probable que sea suficientemente innovadora. “Quien no utiliza nuevos remedios debe esperar nuevos males; pues el tiempo es el mayor innovador”.
En la innovación, como en cualquier otro empeño, hay presente talento, ingenio y conocimiento. Pero cuando todo está decidido, lo que requiere la innovación es trabajo denodado, orientado y con sentido. Si falta la diligencia, la perseverancia y la entrega, talento, ingenio y conocimiento no sirven para nada.
La innovación intencionada y sistemática empieza por el análisis de las fuentes de nuevas oportunidades. Las fuentes tendrán una importancia variable en el tiempo, según el contexto. Dado que la innovación es al mismo tiempo concepto y percepción, los aspirantes a innovadores deberán salir a la calle y mirar, preguntar y escuchar. Los innovadores exitosos hacen uso de sus dos hemisferios cerebrales; estudian las cifras, pero no se olvidan de estudiar también a la gente. Desarrollan analíticamente cómo ha de ser la innovación para aprovechar la oportunidad. Luego salen y estudian a los usuarios potenciales para conocer sus expectativas, valores y necesidades.